Por fin llega el día 21 de septiembre, después de una noche regular, nervios y más nervios se apoderan de mí a cada instante. Por la mañana me dedico a comprar rosas, pétalos y hasta unos bocaditos de nata ¡tiene que salir todo perfecto! Tengo que llegar al hotel sin peinar ni maquillar para poder facilitarle el trabajo a la maquilladora y peluquera Irene Pulido Make Up, cosa que no me hace ni pizca de gracia, eso de antes muerta que sencilla no es que lo lleve a rajatabla pero jolines, entrar así en un hotel de lujo… pero bueno, me trago mi vergüenza, llego al hotel cargada como no os imagináis, hago el checking y me dirijo a mi maravillosa habitación, una suite, alucinante, con unas vistas maravillosas, todo lleno de botones que me encantan, pero bueno, dejo de enredar y me dedico a preparar todo, saco toda la ropa de la maleta, la coloco en las perchas y hago lo propio con los zapatos, collares, etc… con el fin de agilizar luego la sesión y me doy una ducha relajante o no, la ducha tiene tantos mandos que llega un momento que no sabes ya por donde te sale el agua, si es que… una no está acostumbrada a los lujos y más que si no toco todos los botones reviento, jajajajaja.
Ya todo preparado y ordenado llegan el fotógrafo José A. García y la maquilladora/peluquera Irene Pulido y nos ponemos manos a la obra. ¡Mi primera vez con maquilladora y peluquera!
La sesión va a volver a ser boudoir, ¿por qué? Pues porque me apetece, porque es un género que me encuentro cómoda, porque en una habitación me siento más yo y no sé, no estoy acostumbrada a moverme por un estudio.
Terminamos proceso de maquillaje y peinado, dejándome Irene maravillosa y no es que yo lo diga, lo habéis dicho vosotros en vuestros comentarios, jejejejeje, así que… ¡al ataque!!! Enfrascada en un bodie súper bonito blanco, que dicho sea de paso, cada vez ahorran más en tela en la ropa, arrancamos la sesión. Todavía sigo muy nerviosa pero como en la otra que hice poco a poco me voy relajando lo que puedo, lo que más me preocupa es imagino lo que le preocupa a todo el mundo, las expresiones, ya que como me descuide pongo cara de te mato o te asesino, pero poco a poco ya he ido controlando todo. Para relajarme, me dice José que salte en la cama y yo creo que fue tal la cara que puse, que desechamos la idea…
Como dije, empezamos con el bodie blanco, seguimos con el corsé negro que me quedaba tan justo que a Irene, que hizo el favor de ayudarme, le costó abrocharlo, pero lo conseguimos, me planto mi falda negra, mis guantes y mis tacones y ya soy la más feliz, ¡qué faldera soy! Y así va transcurriendo hasta que me dicen pon cara como si el fotógrafo fuese el más guapo de los guapos y por descontado y con perdón, pero por favor, no me digáis eso, que en vez de poner cara sensual me empiezo a reír como loca, no sé, conmigo utilizar otras frases que esa me produce efecto contrario, jajajajajaja, aunque el fotógrafo sea el más guapo de los guapos, me voy a reír igual.
Todo va transcurriendo bien, movemos los muebles para un lado, para otro, me subo al escritorio, me bajo, voy a la ventana, a la cama, al taburete… ya me voy relajando y toca el momento bañera, queríamos hacer unas fotos dentro de la bañera con pétalos y unas velas y ¿qué pasó? Pues que fue un cuadro pero cuadro. Una vez dentro de la bañera, intentamos hacer espuma para que no se viera nada, a esto que de los meneos de agua, se sale para afuera, así que de repente me encuentro a Irene por el baño patinando y al rato también a José y yo metida en la bañera muerta de la risa, fue de lo más divertido, la verdad y obviamente, al final, no salió ni una foto en condiciones… estas cosas a veces pasan, pero bueno, queda el recuerdo del rato tan divertido que pasamos.
Y así, en un hotel de lujo de Madrid, bajo las directrices de un jovencísimo pero no por ello inexperto José Arranz y el maquillaje y peinados de Irene, empezó el despegue de Beatriz como modelo de fotografía y esperemos algún día, publicidad…